Me encanta hacer bizcochos, no se que tiene que me relaja muchísimo y lo disfruto, así que cada semana intento hacer uno. Voy variando el repertorio, no solo para no cansarme sino también para encontrar el bizcocho perfecto, ese que enamore a mi hijo mayor con el que tengo una lucha cada mañana para que desayune.
Hoy ha desayunado un trocito de este bizcocho, leche con cacao y un buen puñado de uvas así que estoy super feliz. Este bizcocho se puede hacer con muy poca cantidad de azúcar panela e incluso se puede sustituir por caramelo de dátiles (la misma cantidad) así que me parece una opción bastante aceptable para desayunar o para merendar. Queda suave, húmedo y super esponjoso, estoy segura de que os va a encantar la receta, además se hace fácilmente, no hace falta ser un experto en repostería. Eso sí, necesitareis una varillas, mejor eléctricas, para batir la masa.
Ingredientes:
Precalentar el horno a 180º C.
En un recipiente amplio ponemos el queso ricotta, desechando el líquido. Añadir el aceite de oliva, la panela y la ralladura de mandarina junto con el zumo. Mezclar hasta conseguir una crema y agregar los huevos. Batir ligeramente con unas varillas.
En otro recipiente mezclar la harina con la levadura química, el bicarbonato y la sal. Incorporar la mezcla de harina a los primeros ingredientes, en dos o tres tandas, mezclando con suavidad usando una espátula o lengüeta. Procurar no agitar demasiado.
Ponemos la masa en un molde con papel de horno o bien engrasado, igualando bien la parte superior, y hornear sobre una rejilla en el centro del horno durante unos 45-55 minutos. Tiene que estar bien dorado por fuera y al pinchar con un palillo debe salir limpio. Esperar un par de minutos fuera del horno, desmoldar y dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
Como veréis es un bizcocho super delicado y con un sabor increíble, perfecto para acompañar un café o un cacao calentito.